Quiero llevar a mis hijos al colegio pero no llego por mis horarios. Quiero ir a buscarlos pero tampoco llego. Quiero estar en las reuniones escolares pero no me dan el día…y ahí entro en la rueda constante de la culpa y la gran pregunta… lo estoy haciendo bien? Quien va a compensarme por estos años? Por sus sonrisas perdidas? Por los abrazos antes de entrar al cole? Ok pongamos un freno. No podemos con todo y eso está claro. Pero si podemos hacer determinados cambios que hacen la diferencia. Yo no puedo darles la vianda en la mano para entrar al cole pero ahí está Papa y su momento. Ahora lo que si puedo hacer es escribirle una notita hermosa o un dibujo, si aún no saben leer, para que al abrir la vianda sepan que estoy ahí y que la hice con mucho amor.
No puedo estar a la salida del cole pero puedo dejarles en casa la ropa lista para cambiarse sobre sus camas, para que sepan que los acompaño en su día. Puedo disfrutar y disfrutarnos al poner la llave en la puerta de casa por la tarde y escuchar sus pasos atolondrados al grito de llego mama!!!!
Hace unos días mi hijo menor cumplió 4 años. En casa se festeja fuerte, ya desde la mañana con cantos desayuno y globos. Intento que sea su día especial en el año. Este año en mi trabajo me dieron un nuevo desafío que es hacer informes en el noticiero central, soy periodista y enfrento desafíos hermosos pero que llevan tiempo y mucha dedicación.
El día del cumple de Luca sonó el teléfono y era mi jefe diciendo que me necesitaban en piso esa noche… esa noche que era el cumple de mi hijo. Mi cabeza se disparó a mil. Empecé a pensar los mil malabares que podía hacer para cumplir con todo. Honestamente no llegaba, aún me faltaba hacer la torta, armar la picada sin contar que había planeado tarde de juegos con amigos antes que llegue la familia y debía suspenderla.
Pase toda la mañana angustiada sabiendo que quería estar en cuerpo y corazón en el cumple de mi hijo pero también era una oportunidad el piso y mi nota.
365 días tiene el año y solo en 2 de esos cumplen mis hijos… por qué justo ese día era la oportunidad? Que injusto no? Mi mente me saco de ahí rápidamente… es esto Cecilia, toco esto y hay que bailar con la situación y resolverla. Que hice?
Llame a mi jefe le expliqué que había solo una cosa que me importaba más que la oportunidad que me estaba dando y era mi hijo y su cumpleaños. Que sabia que las elecciones tenían un costo pero que necesitaba elegir y que pese a las vueltas y la culpa que tenía en mi cuerpo y en mi mente lo único que me dejaba serena y feliz era no fallarle a mi hijo.
Saben cuál fue la respuesta?
A veces no tenemos la valentía de hacer algo así… y los hijos crecen y con ellos se van las oportunidades de estar ahí bien cerquita siendo testigos de sus momentos memorables.
Me pregunto si veía alguna opción para que el informe salga de todos modos y si… la había aunque a veces nos cueste verla… La solución era hacer el informe grabado.
Corrí pero lo terminé y a las 16hs estaba en casa preparando la torta y armando picadas.
Fuimos felices, no vi el informe al aire pero sonó mucho mi teléfono felicitándome. Mi hijo estaba muy feliz y yo también. La vida de madres nos pone constantemente en estas encrucijadas pero vos y yo sabemos que siempre decidimos lo mejor y animarse a hacerlo es parte de nuestro crecimiento. Si esto me pasaba 10 años atrás seguro decidía otra cosa y no iba a estar feliz. A veces no es tan fácil lo sé y me pasa… pero créanme que sino lo intentamos nunca vamos a conseguir lo que queremos.
Ese día fui feliz, me abrace fuerte a la idea de estar donde quiero y donde soy feliz. Me abrace a la idea de la empatía en el trabajo y que también depende de nosotras generarla. Si sos jefe y te topas con este texto… guiño guiño empatía y amor, y si sos mamá te abrazo fuerte. Te deseo que tengas el valor, la templanza para decidir y el trabajo que permita que puedas todo.
Trabajar fuera de casa en estos tiempos no es solo una elección, en la mayoría de los casos es una necesidad entonces no hay debate hay amor y compromiso, el mismo que les enseñamos con nuestros actos porque ellos ya sabemos, aprenden más de lo que hacemos que de lo que decimos. A vos mamá que estás en la misma que yo… te abrazo fuerte y te digo y me digo que lo estás haciendo bien