RECOMENDACIONES A LA HORA DE ELEGIR PROTECTORES SOLARES EN PEDIATRÍA
Dra. Dagdeviren Karina Solange Médica Pediatra
MN 152080 MP 118417 @dragari.pediatra
A pesar de que la radiación solar es fuente de vida en la Tierra, una exposición no controlada supone un riesgo para nuestra salud. Las radiaciones más peligrosas del espectro solar que alcanzan la superficie terrestre son la ultravioleta B (UVB) y la A (UVA).
La radiación UVB es la principal responsable del enrojecimiento de la piel y la quemadura solar, incluso del cáncer cutáneo en los casos más graves. Estos rayos son mayormente absorbidos en la epidermis (capa superficial de la piel) y son más intensos entre las 10 y las 16 horas. Por otro lado, la radiación UVA llega a la dermis (capa profunda de la piel) y es responsable del fotoenvejecimiento y de promover el cáncer de piel. Además, persisten todo el año, a lo largo del todo el día, atraviesan los vidrios y no son filtrados por las nubes.
Para protegerse de la agresión, la piel posee mecanismos naturales de adaptación y de defensa, que varían en eficacia según el fototipo de cada uno de nosotros. Pero… ¿Qué es el fototipo?
El fototipo es el conjunto de características que determinan si una piel se broncea o no, y en qué grado. Cuanto más baja sea la capacidad de adaptación al sol que tiene cada persona, menos se contrarrestan los efectos de las radiaciones solares en la piel.
El objetivo de la fotoprotección es prevenir el daño que ocurre en nuestra piel como resultado de su exposición a la radiación ultravioleta.
¿Cuáles son las estrategias para protegernos del sol? Disminuir el tiempo global de exposición, especialmente en las horas pico (desde las 10:00 hasta las 16:00 horas), vestir ropa adecuada, utilizar sombreros de alas anchas y anteojos de sol con protección UV, y aplicar protectores solares en nuestra piel.
¿Qué características deben presentar los protectores solares? Deben protegernos contra la radiación UVB y UVA (es decir, ser de amplio espectro), presentar un factor de protección solar (FPS) alto o muy alto, y ser resistente (water resistant) o impermeable (waterproof) al agua.
Debemos aplicar generosamente el producto sobre nuestra piel entre 15 a 30 minutos antes de la exposición solar, y reaplicarlo cada 2 horas, o luego del contacto de nuestra piel con el agua, ante una sudoración excesiva o si nos secamos con una toalla.
Con respecto a las recomendaciones en pediatría, es importante tener en cuenta que no pueden utilizarse protectores solares en bebés menores de 6 meses, ni exponerlos de manera directa al sol. También debemos limitar las exposiciones solares en menores de 3 años.
En el caso de niños y niñas mayores de 6 meses, encontramos en el mercado una amplia variedad de protectores solares que podemos elegir (tanto marcas nacionales como internacionales), de acuerdo a su edad (para ello es importante observar con atención los rótulos de cada envase, o en su defecto aconsejo visitar las páginas web de las diferentes marcas para asegurarnos de que sea apto).
¿Por qué los niños y niñas no pueden utilizar los protectores solares para las personas adultas? Porque presentan mayor cantidad de sustancias químicas en su composición, que de absorberse a través de su piel, podrían generar reacciones adversas. Los fotoprotectores están compuestos por una combinación de diferentes tipos de filtros solares. Existen filtros físicos, químicos y biológicos. Los primeros, o también llamados inorgánicos, son aquellos que actúan a modo de barrera física, reflejando y dispersando los rayos UV, como el óxido de zinc. Los protectores solares para niños priorizan este tipo de filtros. Los segundos, también conocidos como orgánicos, absorben la energía de los rayos UV. Mientras que los últimos, están conformados por moléculas con propiedades antioxidantes que previenen el envejecimiento cutáneo y el cáncer inducido por el sol, como el tocoferol y ácido ascórbico (suelen incluirse en las nuevas formulaciones).
Por último, recordemos la importancia de protegernos del sol todo el año y durante todo el día, incluso en días nublados o estando a la sombra, ya que el reflejo del sol sobre las distintas superficies también puede quemarnos.